Nailon en cuello y genitales

(Més textos reciclats de l'assignatura de Redacció.)

El hecho despojado de todo elemento mítico es que el pasado 4 de junio un varón de 72 años fue hallado muerto en la habitación de un hotel. Son los detalles, en cambio, los que revisten al suceso de una insoslayable excepcionalidad que nos deja boquiabiertos. La identidad del finado, por ejemplo: David Carradine, intérprete de más de 50 films, aunque todos lo recuerden por haber sido el monje Shaolín experto en Kung Fu en la serie de los setenta del mismo nombre y por su reciente papel en la tarantiniana Kill Bill. El servicio de habitaciones del hotel Park Nai Lert de Bangkok lo encontró desnudo, con una cuerda de nailon atada al cuello y otra a los genitales. La prensa sensacionalista tailandesa e internacional no tardaría en hinchar la noticia hasta límites insospechados. La vida de un actor mítico se había acabado… ahora empezaba la leyenda.

Los medios locales empezaron hablando de suicidio. Luego se habló de muerte por causas naturales. Y seguidamente se optó por la versión más escabrosa: Carradine murió asfixiado, víctima de un juego erótico (que los expertos denominan “asfixia autoerótica”) en el que él mismo se privaba de aire mientras se masturbaba. Como decía mi abuela, tiene que habé gente pa’tó. Y como añadió un colega: eso pasa cuando ya estás de vuelta de todo.

La familia del actor no tardó en pedir que las autoridades tailandesas investigaran el caso, al tiempo que acudían al FBI para que supervisara las pesquisas. Unos días más tarde, apareció el abogado de la familia, Mark Geragos y, como aquel que no quiere, dejó otra teoría encima de la mesa. Carradine fue asesinado por una secta secreta de Kung Fu para evitar que éste revelara sus oscuras actividades. Con lo fácil que sería admitir –teniendo en cuenta que no hacía daño a nadie– que a Mr. Carradine le iban las cosas raras.