"Las mafias nigerianas, junto a las mafias eslavas, croatas y de Kosovo, son las peores, porque son capaces de decapitar, de mutilar, de hacer desaparecer... y de las niñas ya no se vuelve a saber más. O sea, la vida de una cría de éstas no vale nada. Es de repente un cuerpo desmembrado en la morgue. No tiene nombre, ni cabeza, ni huellas digitales, ni nada. Es alguien que se va sin una oración, sin una flor, de la peor de las maneras. Y normalmente en plena juventud. (...) Cualquiera de las chicas que ejerce la prostitución en la Casa de Campo de Madrid, en el Raval de Barcelona, en El Grao de Valencia, en el Pombal de Santiago, o en los sofisticados clubes de carretera de Marbella, Bilbao o Sevilla, tiene una brutal historia personal detrás."
El año que trafiqué con mujeres.
Antonio Salas.
7 de set. 2009
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