19 de febr. 2010

Roldán: vivito y coleando, y amb el botí pràcticament intacte

Copio i enganxo un fragment del reportatge (la realitat supera la ficció) sobre l'exdirector de la Guàrdia Civil, publicat el cap de setmana a El País:

"...La carrera que libraron peritos, policías y fiscales en España contra los testaferros contratados por Paesa la ganaron estos últimos por goleada. Los dos principales artesanos de la ocultación del botín suizo se han llevado sus secretos a la tumba. El 31 de agosto de 1994, un mes después de que las autoridades de Singapur se negaran a colaborar, el testaferro Aberlé, de 59 años, el leal fiduciario de Paesa desde su etapa de banquero en la Guinea del dictador Macías, fue hallado muerto en el hotel Mont Blanc, una residencia para vagabundos y prostitutas en Courage, localidad separada de Ginebra por el río L'Aure. José Luis Rodríguez, un malagueño amigo de Paesa, regentaba el establecimiento. El hombre que movió los 10 millones de euros de Roldán vivía como un mendigo en la habitación número 15, no tenía relación con su ex mujer ni con sus dos hijos y los 625 euros que costaba su manutención los abonaba el Hospicio General de Ginebra. "Mi padre trabajó durante toda su vida para Paesa", reconocen sus hijos, que entregaron al periodista sus agendas en las que aparecen múltiples gestiones para el ex espía del Ministerio del Interior.

La suerte de Jean Henry, el otro testaferro que vino a Madrid a abrir las cuentas en el Aresbank conducido supuestamente por Agustín Guardia, el abogado de Roldán, fue más trágica y novelesca. Dos años después, el 27 de julio de 1996, la policía lo encontró muerto en su apartamento de Ginebra, en el número 52 de la calle Liotard, una casa sencilla de cinco alturas. Tenía un disparo en la cabeza. Henry supuestamente se suicidó, estaba separado, no tenía hijos y su único compañero era el alcohol. Nadie se interesó por él y el Estado se hizo cargo de los gastos del entierro. Sus restos reposan en una tumba de anónimos en el Jardín del Recuerdo del cementerio de San George, el lugar donde se entierra en Ginebra a los que nadie reclama. Los hombres que movieron el botín de Roldán no vivieron para contarlo. La elección para el trabajo sucio de dos personas desahuciadas parece tan calculada como escalofriante..."