11 de juny 2009

Rubianes somos todos

(A vegades també escric en castellà. Aquest text l'enganxo directament des d'un dels tallers de redacció que tenim a la carrera.)

Quince mil espectadores abarrotaron de aplausos, carcajadas y lágrimas el Palau Sant Jordi el pasado lunes. Amigos, compañeros de profesión y fieles seguidores de Pepe Rubianes le rindieron un emotivo y festivo homenaje al actor galaico-catalán más querido de toda Catalunya y parte del extranjero.

A Rubianes lo odiabas (como habían hecho algunos “fachas de mierda”, contra los que el mismo actor se despachó a gusto en su momento) o lo amabas incondicionalmente. Y amarlo, en su caso, no sólo era seguir sus espectáculos, reír y emocionarse con ellos, sino sentirse su amigo aun sin conocerle personalmente, así era la familiaridad que desprendía este artista inolvidable e irrepetible. Así de espontáneo se mostraba él, con una naturalidad (él siempre decía que ensayar era “de cobardes”) trufada de imperfecciones y, a la vez, de aciertos, que le valió muchísimos aplausos y algunos insultos.

Más allá de las películas y las obras de teatro en las que actuó, y de los espectáculos teatrales que montó e interpretó casi siempre solo ante peligro (solos él, su gesticulación y su voz), Pepe Rubianes también será recordado por el efecto que tuvieron algunos de los comentarios que hizo en televisión sobre la unidad de España y contra los nostálgicos de lo rancio y los enemigos de lo plural.

Al final de su vida, pues, tuvo que sufrir las consecuencias de sus imperfecciones, que también eran su valor añadido: la libertad que lo definía como ser humano y como artista. Esa libertad, que en él era virtud y defecto (todo a la vez, pero sobre todo lo primero), y que lo convirtió en un artista tan necesario como único. Porque en repetidas ocasiones tuvo el valor de verbalizar aquello que muchos pensábamos, pero callábamos, precisamente por temor a lo que pudiera pasar después. Pero él no. Él fue genial, sincero, certero y libre hasta el final. Con dos cojones y con todo el arte del mundo.

Pepe, gracias por todo. Rubianes somos todos.